Por Alfredo Carías
“Ese monstruo que esta atrás (referencia a la avioneta venenera) el vuela en dos épocas del año, pasa tirando un químico. Las comunidades estamos cansadas de ver ese avión cada año, sobrevolar sobre las comunidades, no crean que nos andan tirando agua bendita, son químicos que son dañinos para nuestra salud, para nuestros niños, para nuestros animales nuestras plantas. Es un atentado contra la vida”, denunció un pequeño agricultor representante de la Asociación Agropecuaria "Pescadito de Oro" de Nahuilingo (que por temor a represalias nos pidió omitir su nombre).
Fumarolas exparcidas en la zona de Sonsonate provenientes de uno de los mayores ingenios azucareros del país.
A pesar que El Salvador acaba de celebrar una victoria en la lucha socio ambiental, aún quedan muchas batallas que librar en este sentido. Tal es el caso de la contaminación de los agrotóxicos sobre las fuentes de agua, la tierra, los cultivos y la salud de las campesinas y agricultores de las comunidades en toda la franja costera salvadoreña.
El caso más reciente fue el daño al estero de Jaltepeque que sufrió la contaminación de los residuos de glifosato matando a cientos de especies de peces, crustáceos, camarones y patos sin que hasta la fecha las autoridades determinen con estudios la verdadera causa de la catástrofe ecológica en una reserva natural.
Este es el espejo donde muchas comunidades no quieren verse reflejadas. Sin embargo, los testimonios de los daños provocados por los agrotóxicos son miles y se repiten. "Somos las mujeres que damos la vida después de Dios, y en el caso de la situación ambiental somos las más vulnerables, por ello demandamos a las autoridades hagan algo sobre los agrotóxicos que nos está dañando la salud", manifestó doña Lucía Alvarado de la ADESCO del municipio de Acajutla.
Ante ello, diversas organizaciones ambientales, pueblos indígenas, ADESCOS y otras iniciativas ciudadanas se dieron cita para hacer público la conformación de la “Mesa por la Sustentabilidad de los Territorios de Sonsonate”, durante el Foro denominado “El impacto que provocan los agro tóxicos en el Agua y en la Tierra”, con el propósito de resolver las problemáticas socio ambientales en dicho territorio destaco Salvador Recinos, de Amigos de Medio Ambiente de Sonsonate (AMES) y África 70.
"Nosotros consideramos como indígenas que a la Madre Tierra necesitamos defenderla, aunque legalmente no la poseamos, pero ella nos dio la vida porque de ahí nacemos y de ahí retornamos", aseguro el tata Nicolás Sánchez representante del Movimiento Indígena de Nahuizalco, Sonsonate.
“Sabemos de un estudio que han calculado que para producir dos libras de azúcar se han utilizado entre 600 a 700 galones de agua, eso es un despojo, por eso necesitamos la Ley General de Agua y la Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria; porque el cultivo de la caña de azúcar es agresivo y los cultivos tradicionales son desplazados ferozmente por este monocultivo; que seca la plantación que servirá de supervivencia a los agricultores en pequeño”, consideró Doris Evangelista de la red Uniendo Manos de El Salvador (RUMES).
Las comunidades y organizaciones ambientalistas que aglutinan este espacio de articulación manifestaron que desarrollarán acciones de incidencia para que las diputadas y diputados cumplan la responsabilidad de discutir y aprobar las demás legislaciones ambientales pendientes en el Congreso y que no quedan engavetadas durante la campaña prelectoral que se aproxima en el país.
Noticia Publicada en Habla El Salvador
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