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Ante el despale brutal autorizado por el gobierno del Frente Sandinista en Dipilto, el Río que lleva su mismo nombre, que hasta hace unos años atrás era caudaloso, no ha quedado a más que un simple charco.

La pandemia ha venido a estremecer todos los cimientos en los que se sostiene la humanidad. Los cimientos humanos, pero también los económicos, sociales, tecnológicos, culturales, políticos, financieros y espirituales. La humanidad entera está experimentando un derrumbe de realidades tan esenciales como la vida misma y la institucionalidad que se ha erigido como paradigmas dominantes.

La pandemia COVID 19 ha desatado una crisis sanitaria en el marco de una crisis económica, social y ecológica, que amenaza la vida de la población de El Salvador. Para resolver la crisis, el gobierno ha acudido a préstamos multi millonarios para tomar medidas de mitigación, pero estas medidas están diseñadas para preservar un sistema económico que beneficia a las elites económicas y los intereses transnacionales.     

Fotografias por: No a la Mina

Desde que comenzó el estado de calamidad en Guatemala, habitantes de El Plantón y Cucajol de San Antonio La Paz, El Progreso, colocaron en el camino de ingreso a ambas aldeas un control sanitario improvisado, con el fin de impedir el tránsito de personas ajenas a las localidades y así evitar el contagio de coronavirus, sin embargo, esto provocó un enfrentamiento violento entre comunitarios y supuestos trabajadores (junto a algunos aliados) de la empresa minera Rocas el Tambor, S.A. a quienes se les negó el acceso a la zona.

La acelerada expansión de plantaciones agroindustriales de palma africana de la empresa NaturaAceites en el territorio del área sur de El Estor, Izabal, deja sin posibilidad del acceso al agua a 175 familias q´eqchi´s de la comunidad Guaritas.

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