La región es una de las más vulnerables ante fenómenos naturales extremos causados por el cambio climático, situación que empeora el avance de proyectos extractivos en los territorios, aumentando el riesgo de las poblaciones.

Notimerica

Fotografía: Notimerica

La temporada ciclónica en Centroamérica dejó serias devastaciones en los países de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Al menos cuatro fenómenos, entre tormentas tropicales y huracanes, provocaron las muertes de miles de personas, inundaciones, deslizamiento de rocas y tierra, cultivos dañados, destrucción de viviendas y cientos de comunidades incomunicadas.

Las tormentas Amanda y Cristóbal fueron las primeras lluvias que golpearon a El Salvador, Guatemala y Honduras en los meses de marzo y junio. Su impacto en Centroamérica fue 26 personas fallecidas y cientos de albergados y afectados, según los consolidados oficiales de los países. 

Entre los meses de octubre y noviembre, los huracanes ETA e IOTA impactó en los países de Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador. Las tormentas generaron destrucciones en viviendas, infraestructura y en la economía de las poblaciones.

El balance de la Concertación Regional para la Gestión de Riesgo (CRGR) contabiliza un total de 169 centroamericanos fallecidos, 6,832,768 personas afectadas, 644, 387 albergados y cientos desaparecidos, personas evacuadas y heridas. Muchas de las víctimas fueron afectadas por las inundaciones, desbordamiento de ríos, deslizamiento de rocas y tierra e inundaciones.

Los proyectos extractivos y su relación con la vulnerabilidad por fenómenos naturales.

El desarrollo de los proyectos extractivos en Centroamérica agudiza la situación de vulnerabilidad de los países durante los fenómenos naturales, según analistas de gestión de riesgos de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Los monocultivos de caña de azúcar y palma africana, la industria minera, hidroeléctricas y de construcción, pone en riesgo a las poblaciones, esto por los impactos de los proyectos empresariales.

Guatemala

En Guatemala, las hidroeléctricas que operan sobre el Río Oxec, en  Alta Verapaz, inundó las viviendas de los pobladores de la Aldea Sonté en Coban Chisec y el municipio de Cahabón, según denunció María Josefina Caal Xol, habitante y defensora ambiental.

“En estas tormentas nos afectó porque ellos (empresa hidroeléctrica) abrieron para que no se acumulara el agua allí y por eso fueron afectadas las comunidades”, dijo Caal Xo.

Guido Calderón, coordinador general de la Asociación para la Educación y el Desarrollo (ASEDE) y miembro de COCIGER en Guatemala, aseguró que los proyectos hidroeléctricos afectaron los municipios de Chabón, San Pedro Cachá, San Cristóbal Verapaz y Chisec.

“Estos han sido impactado por las inundaciones y deslizamiento, principalmente por la crecida de los ríos, y muchos de ellos como el río Chixoy y Polochic, es el producto de la salida de agua que han hecho las hidroeléctricas. Esto provocó inundaciones y desastres en las cuencas bajas de los ríos”, dijo Calderón.

El coordinador agregó que el monocultivo de la palma africana y la industria de la construcción ha contribuido a los desastres durante la tormenta ETA e IOTA, ya que generaron deslizamiento de tierra y lodo en carreteras y caminos vecinales, e inundaciones en las comunidades de Alta Verapaz.

 

El Salvador

La industria de la construcción, la instalación de represas y los monocultivos de la caña de azúcar son los principales proyectos que se desarrollan en El Salvador. Para Rubén Quintanilla, representante de la Mesa Permanente para la Gestión de Riesgo (MPGR), este tipo de extractivismo contribuyen a que los territorios sean más susceptibles y aumentan el riesgo de desastres para las poblaciones ante los fenómenos naturales.

El desarrollo del extractivismo está vinculado con los compromisos económicos entre El Salvador y grandes industrias empresariales, según indicó Bernardo Belloso, representante de la Asociación para el Desarrollo de El Salvador (CRIPDES).

“Poner los interese económicos sobre los derechos fundamentales de los salvadoreños. Aquí los principales destructores del medio ambiente es la empresa privada. Los conflictos que se han tenido en El Salvador en donde la población ha denunciado esos hechos de violaciones ambientales por grandes empresas”, comentó el líder ambientalista.

También, Bernardo Belloso señaló la falta de aplicación de las leyes ambientales y permisibilidad en la otorgación de permisos para las industrias extractivas.

Los analistas mencionaron algunos proyectos que agudizaría la vulnerabilidad de las comunidades, por ejemplo: la construcción del mega proyecto Valle El Ángel, en la zona norte de San Salvador, que impediría la impermeabilidad del agua en el suelo, que generaría deslaves; la instalación de la represa Nahuizalco II sobre el Río Sensunapán, en Sonsonate, y el acelerado crecimiento del cultivo de la caña de azúcar en lugares de protección ambiental, como son los manglares.

Los impactos de los fenómenos naturales son diferenciados en la población de mujeres, según explicó Breny Herrera, representante de la MPGR. “Al momento de una situación de un impacto o una emergencia que puede ser un desastre las mujeres son las primeras afectadas porque son las que encontramos más en las comunidades”, dijo.

Agregó. “También, hay impactos en mujeres agricultoras que han logrado tener sus parcelas, sus pequeños cultivos y sus tareas, esto genera una inseguridad alimentaria para ellas y sus familias”, comentó Breny Herrera.

 

Nicaragua

Los nicaragüenses recibieron el peor impacto de los huracanes ETA e IOTA, sobre todo al noreste en Cabo Gracias a Dios, Bilwi, Haulover, Cayos Miskito, entre otras zonas. Nicaragua fue uno de los primeros países en registrar inundaciones, destrucción de viviendas, fallecidos y miles de afectados y albergados por los fenómenos naturales.

Denis Meléndez Aguirre, secretario de la Concertación Regional para la Gestión de Riesgo en Nicaragua, indicó que la industria minera y la deforestación continúa devorando la cobertura natural, que a su vez genera vulnerabilidad en las comunidades cercana a estos proyectos extractivos.

“El bosque se está viendo tensionado por la extracción y la actividad humana extractiva. Cada año, Nicaragua pierde entre 72 y 75 mil hectáreas de bosque. Eso tiene una afectación que deriva en múltiples efectos adversos” dijo Aguirres en el tema de la deforestación.

Los proyectos mineros a cielo abierto, según explicó el analista, ha desencadenado la deforestación de cobertura boscosa de cerros, impidiendo la filtración de agua y haciendo susceptible la tierra y provocando deslaves de tierras y rocas.

“La explotación extractiva a la construcción a lo que nosotros escenarios críticos de riesgo. No necesitamos que un huracán impacte en el territorio, basta con una lluvia sostenida para que en un área determinada haya inundaciones, perdida de medios de vida, afectaciones en la vida del campo.

También, el secretario de la concertación señaló otro factor determinante en el aumento de la vulnerabilidad y el riesgo, el cual tiene que ver con desorden para la construcción de fábricas y asentamientos humanos.

Honduras

La minería y las represas hidroeléctricas son de los principales proyectos extractivos en Honduras. Estas industrias, que están en manos de grandes consorcios y transnacionales, han provocado grandes afectaciones en contra las comunidades y sus territorios.

“Primero las empresas hacen el desplazamiento de las comunidades. Tenemos bastantes zonas conflictivas por la instalación de estas industrias, como es la zona de occidente del país. También, hay empresas agroindustriales, como el cultivo de la palma africana, dijo Rodrigo Hernández Escobar, representante de Acción Humanitaria de la Concertación Regional para la Gestión de Riesgo en Honduras.

El analista consideró que los proyectos extractivos en Honduras tienen relación en los impactos que generan los fenómenos naturales en las comunidades y en sus poblaciones.

“Hay un cerro que tiene un nivel de pendiente, que tiene una cobertura vegetal y que esta puede soportar una cierta cantidad de lluvia. Cuando viene una empresa minera, agarra un tajo de ese cerro y entonces esa pendiente y esa cobertura vegetal desaparece. Allí estamos creando zonas que son muy susceptible a deslizamientos, derrumbes o pueda generar escorrentías fuertes” ejemplificó Hernández.

Rodrigo Hernández aseguró que el extractivismo en Honduras genera un impacto destructivo en los recursos naturales de las comunidades, y estas destrucciones hacen más susceptible los territorios de las poblaciones, aumentando el riesgo a inundaciones, deslaves, derrumbes, desbordamiento de ríos y otros impactos de la naturaleza.

Mas alla del cambio climático en Centroamerica

Las afectaciones ambientales del cambio climático combinadas con el deterioro democrático de la región generan desastres sociales ante la falta de políticas nacionales y regionales orientadas a reducir los altos índices de pobreza, programas de atención social, y políticas de gestión de riesgos adecuadas a las variaciones drásticas del clima y sus afectaciones.

Por el contrario, Pedro Cabezas, Coordinador de la Alianza Centro Americana frente a la Minería, ACAFREMIN, argumenta que los gobiernos se preocupan por implementar un modelo económico neoliberal “a favor de industrias extractivas globales que, junto a capitales locales, operan desde una lógica que prioriza la explotación, legaliza el despojo de los bienes comunes y socializa los costos de la degradación ambiental y la afectación climática.”

Con el aparato estatal sometido a una agenda económica global, “los gobiernos de la región CA4 han renunciado paulatinamente a su responsabilidad de garantizar el acceso a derechos básicos que proveen una vida digna para la población, tales como la salud, educación, protección social, seguridad alimentaria y el acceso al agua potable y el saneamiento,” según Cabezas   

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